miércoles, 30 de mayo de 2007

Medios tradicionales y on-line en pie de... credibilidad

Desde el primer momento en el que un alumno de nuevo ingreso pisa la facultad de periodismo se le advierte de una cosa: su principal herramienta, con la que deberá trabajar durante toda su carrera, es la credibilidad. El precio de la verdad, película dirigida por Billy Ray, es una buena muestra de esta máxima. Basada en un hecho real, narra el escándalo de Stephen Glass, un joven periodista de la prestigiosa publicación The New Republic que ve como su fama cae en picado al descubrirse que más de la mitad de sus artículos son pura ficción.


La necesidad del señor Glass era la de ser reconocido, la de sentirse querido. "Quería que la gente pensara que era un buen periodista... una buena persona. Quería que amaran mis historias y así me amaran a mi", afirmó. Pero su síndrome narcisista le cegó completamente y no supo preveer las consecuencias. The New Republic era una revista muy distinguida, con 90 años de historia a sus espaldas y un contenido basado en la información política y social. Su reputación se basaba también en jóvenes talentos, como Glass.


Y aquí es donde radica la cuestión principal de todo este escándalo. Siempre se ha tenido la idea de que los medios tradicionales, los impresos, tienen un gran peso, son mucho más creíbles. De hecho, la mayoría de las publicaciones digitales parten de un original impreso. La cabecera, el nombre de este medio es lo que aporta prestigio a la edición digital. No obstante, en 1998, cuando un medio digital como Forbes destapó esta gran mentira estalló una guerra entre los medios on-line y los tradicionales.
Es un hecho que durante los últimos años las nuevas tecnologías se han convertido en un referente claro de la postmodernidad. La Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) realizó en 2006 el informe Digital Life según el cual Internet y el teléfono móvil, entre otros, son los medios que más se utilizan y los que más grado penetración están teniendo entre los usuarios. Lo digital gana cada vez más terreno a lo tradicional. Los periódicos de toda la vida llevan perdiendo lectores desde hace 20 años y han tenido que saber adaptarse a los nuevos medios. Convivir con ellos ha sido su única alternativa, pero, pese a todas las desventajas de los medios tradicionales, éstos cuentan con grandes bazas: la experiencia, la credibilidad y la confianza de sus lectores. ¿Qué sucede cuando un medio digital desvirtua a uno tradicional?
"El periodismo es el arte de saber captar el comportamiento", dice Hayden Christensen durante la película en su papel de Stephen Glass. Captar el comportamiento... pero no mentir. Como Forbes demostró, no importa que un medio sea digital o no para realizar información veraz. Ahora, la última palabra la tienen los propios lectores.

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